A 99 años del viaje de Gabriela Mistral de México, recordamos la vida y muerte de la Premio Nobel
Hoy se cumplen 99 años de aquel 23 de Junio de 1922 en que Gabriela Mistral viajó junto a Laura Rodig a México, previa invitación del gobierno mexicano y de su ministro de Instrucción Pública, el celebérrimo José Vasconcelos. “He tenido siempre un gran cariño a México, y la oportunidad de conocerlo, que tan generosamente me brinda su gobierno, no puedo perderla, no tengo esperanzas de viajar enviada por Chile, porque no poseo el título pedagógico”, explicó Gabriela en un mecanuscrito, días previos a su ruta mesoamericana.
Pese a no tener un título “formal”, Gabriela fue invitada como maestra y, sobre todo, como intelectual de alto fuste. En México ya conocían de cerca la vocación pedagógica y el espíritu latinoamericanista de la escritora chilena. En el mismo 1922, Gabriela escribía desde Santiago de Chile su texto “El Grito”, proclama que viajó antes que ella para ser publicado en La Revista de Revistas del país norteamericano. Allí advirtió: “Somos aún México, Venezuela, Chile, el azteca-español, el quechua-español, el araucano-español; pero seremos mañana, cuando la desgracia nos haga crujir entre su dura quijada, un solo dolor y no más que un anhelo”, haciendo resonar así su persistente proyecto de unidad continental.
Hoy reconocemos que Gabriela, hace casi un siglo, fue una de las principales intelectuales del proyecto modernizador de integración social del gobierno mexicano de los años 20, asistiendo a la formación de profesores y a la implementación de escuelas rurales, abiertas y con especial atención en el mundo indígena mexicano. Fue allí, antes que en su propio país, una referente ineludible de la naciente historia mexicana posrevolucionaria.
La Sala Museo Gabriela Mistral del Archivo Central Andrés Bello cumple con el propósito de revisitar la historia de la poeta, evidenciar su vigencia y recorrido, explorar sus múltiples significados y legados. La primera exposición que tuvo lugar en la Sala Museo fue Poema de Chile, a cuya inauguración concurrió la destacadísima artista nacional Cecilia Vicuña, con una performance titulada “Patipelaos”. También, cuando se inauguró la Sala Museo, se exhibió un óleo de Gabriela Mistral desnuda que Vicuña pintó el año 1979, mismo año que la dictadura hizo propio los derechos de autor de la poeta, uno de los procedimientos institucionales más relevantes del “Secuestro” de Mistral que intentó el régimen.
En “Patipelaos” observamos una emocionante y vibrante intervención artística, donde se congregó una ronda de participantes de la actividad, a la que se sumaron curiosos transeúntes a partir de un tejido de lana, que devino tejido humano en la vía pública. Junto a Cecilia Vicuña, un grupo de los participantes se sentaron cerca de las escalinatas del frontis de Casa Central, donde se quitaron los zapatos y sus calcetines, y pintaron sus “piececitos” con témpera azul.
Así, desde la calle hacia el interior de la Casa de Bello, descalzos y de pies “azulados”, fue la procesión solemne dirigida por la artista chilena. El destino de ese camino fue la Sala Museo Gabriela Mistral, constituyéndose, de esa manera, un acto poético inaugural que transportó el espíritu mismo de Mistral hacia ese espacio. Allí, en nuestro espacio museal, Cecilia Vicuña recitó su canto poético que evocó a la figura de Mistral: su vida, su peregrinar, su viaje, su muerte. Un acto profundamente significativo y simbólico, un bautismo poético del espacio, donde cada silencio y cada palabra inundó de sentires a la Sala y a sus invitados.
Este acto selló un diálogo y un vínculo de origen entre la Sala y la artista visual y escritora contemporánea chilena. Cecilia Vicuña cree que “a pesar de que Gabriela Mistral está en el billete de cinco lucas, la mayor parte de los ciudadanos que usan esos billetes no sabe quién es ella. Hay una oficialidad que se apoderó de Gabriela, por una parte, y por otra parte está el conglomerado de las mujeres feministas que la valora, y entre las dos cosas hay un vacío. La Sala Museo Gabriela Mistral quiere hacer un puente entre esas dos posibilidades. Allí lancé esa performance”. Destaca Vicuña, a su vez, el rol y la potencia de nuestra Sala Museo: “es fantástico que la Sala Museo Gabriela Mistral esté centrada en la potencia de mujeres pensando a mujeres, mujeres sintiendo y expandiendo el valor y significado de otras mujeres”, comentó.
Junto con un breve saludo de saludo de Cecilia Vicuña, hoy liberamos también esta performance, a través de una grabación en alta calidad que estará disponible de manera permanente en la cuenta de YouTube del Archivo Bello, y que podrá observar el público general, material disponible para estimular la reflexión sobre las creaciones y recreaciones en torno a la vida, la obra y la muerte de nuestra Premio Nobel. Todos estos elementos mencionados ponen en común la temática del viaje de la poeta errante, cuyo desenlace vital coincidió con el único retorno definitivo al país que la vio nacer. En 1957, para sus funerales, se hicieron famosas las imágenes de una verdadera movilización de niños chilenos que hicieron las veces de guardia de honor. Como dice Cecilia Vicuña: “Fueron los niños patipelados los que llegaron, los niños de la calle, y no solamente vinieron a verla, sino que cuando salió el féretro hacia el Cementerio General hay testimonios que dicen que salió un millón de personas a saludarla. Estos niños descalzos se hincaron en la calle como quien dijera rezándole a un ser sagrado. Tú te preguntas, ¿qué sintieron esos niños? Sintieron la energía, sintieron la realidad más allá de la vida y la muerte. El mismo Chile que la negó fue capaz de realizar ese acto de belleza inigualable. La potencia de esa energía es lo que yo quise recordar en esa performance.”
En este ciclo de cambio que produce el solsticio en los pueblos que habitamos el Sur, que coincide con el aniversario del maravilloso viaje de Mistral a México, invitamos a Cecilia a intervenir y saludar a Mistral, con quien su propia obra se vincula en forma estrecha. “Esta semana que celebramos el We Tripantu, el año nuevo mapuche, celebramos también la memoria de Gabriela Mistral. La fecha en que ella se fue de Chile para transformar el sistema educacional de México invitada por José Vasconcelos. Recordamos también su sepelio en la Casa Central de la Universidad de Chile, que incluía a los patipelados de Chile”, señala en su video de saludo para esta tan necesaria rememoración.
Así, en este nuevo ciclo vital de la Tierra y el tiempo, pareciera conjugarse, en los circuitos de la lengua y de la historia, lo “azulado de frío” –que tanta rabia justificada ha despertado en nuestros territorios– con el azul del pewma, que mira más allá de lo existente, más allá de lo posible. Ese horizonte azulado que parecieran que miran nuestros pueblos pone en el imaginario otro viaje que nos tocará vivir a todos juntos hacia un país distinto que, no obstante, se aloja en nuestra misma tierra. El viaje de Gabriela Mistral y el wüñol tripantu coinciden en un modo accidental, como a veces ocurre con el tiempo, y, sin embargo, nos hablan en sus propios tonos del cambio, del movimiento y de la nueva siembra que irremediablemente llegará, por más crudos que sean los inviernos que arrecien.
Texto de Gabriel González.